Primera etapa de la evolución
Al amanecer de un bonito día, hace millones de años, surge la
vida en nuestro planeta en forma de una célula; es un pequeño
organismo muy simple que, para preservar la especie, debe
respirar, comer, eliminar y reproducirse. Con el paso de los
siglos nuestra célula, para poder sobrevivir en un ambiente
hostil, se asocia a otras células y se convierte en un organismo
pluricelular adaptándose así a las situaciones contingentes. Si,
por ejemplo, vive en un lugar donde el oxígeno escasea, entra en
una fase de estrés y encuentra la solución del problema
multiplicando las células especializadas en la respiración.
Creará una especie de tumor, una proliferación celular.
Así pues, en este estadio de la vida, la supervivencia está
asegurada por un aumento de las células allí donde sea necesario
y la orden de proliferación es dada por una estructura cerebral
arcaica que reconvertirá en el tronco encefálico.
«La mente acompaña la evolución orgánica desde los primeros
estadios y durante todo el curso del desarrollo del reino animal.
Nace con la materia y: se transforma con ella hasta convertirse
en pensamiento y conciencia» (Guy Lazorthes) Ernst Haeckel
escribía en 1877: «En los seres unicelulares que viven aislados,
encontrarnos las mismas manifestaciones de vida psíquica,
sensaciones, percepciones, voluntad, movimiento, propias de los
animales superiores constituidos por un gran número de células».
Teilhard de Chardin dirá en 1948: «El desarrollo de la conciencia
culmina en el hombre, que representa el momento más elevado de la
evolución, pero, por lo menos en el estado naciente, hemos de
reconocer la presencia de una mente en el átomo».
Lo que ocurre en el vientre materno en cierro modo recorre todos
los estadios de la evolución, tan es así que, en el curso de su
desarrollo, el embrión parecerá según la fase una ameba, un
renacuajo, etc.
A partir del noveno día de formación, aparecen el endodermo, el
mesodermo y el ectodermo: de los que se desarrollarán los órganos
llamados arcaicos, esenciales en el primer estadio de vida: los
de la respiración, de la digestión, de la excreción y de la
reproducción.
Ya en este estadio muy precoz existe algo que de convertirá en el
cerebro y del que partirán los nervios craneales que están
localizados enteramente en el tronco encefálico. En este primer
estadio toma forma el epitelio glandular que volveremos a
encontrar, por ejemplo, en el tubo digestivo, con la función de
producir ácido clorhídrico para la digestión de los alimentos. De
esta estructura histológica, en caso de patología, tomarán forma
el adenocarcinoma, los nódulos o el teratoma.
¿Qué ha heredado el hombre moderno de la primera etapa de la
evolución de la vida en la Tierra? ¿Cuáles son los
acontecimientos conflictivos que pueden afectarle y qué ha de ver
con esta memoria ancestral? Son conflictos que se refieren al…
¡bocado! Un bocado de comida, una bocanada de aire, un bocado que
hay que expulsar (nutrirse, respirar, eliminar).
El concepto de «bocado» puede entenderse en sentido propio («no
tengo nada que comer»), o bien en sentido figurado: «Ah, ya
estamos, esta vez me cortan el suministro» (por ejemplo, en caso
de despido, divorcio, estudiantes mandados fuera de casa por los
padres); puede tener un significado más simbólico aún, que varia
según la personalidad de cada cual: una herencia que se me escapa
de las manos, un préstamo bancario que no le ha sido concedido a
uno, etc. Se tratará, en cualquier caso, de no poder atrapar el
bocado, no poder tragarlo, no poder digerirlo y, por último, no
poder expulsarlo: El pez arrojado por una ola a la playa no tiene
otra solución biológica de supervivencia que conservar cuanta más
agua posible en el cuerpo, en espera de la próxima ola que lo
arrastre hasta el mar; también el hombre está compuesto de un
setenta por ciento de agua, y cuando todo se le viene encima, el
cerebro recurre simbólicamente, por asociación con la memoria
ancestral, al viejo programa: retiene los líquidos. Por lo que se
refiere a la función reproductora, los conflictos afectan a los
órganos de derivación endodérmica (el endometrio y parte de la
próstata).
Segunda etapa de la evolución
En esta segunda etapa asistimos al paso de los organismos vivos
del ambiente acuático al terrestre. Una vez resuelto el problema
de la supervivencia, el organismo pluricelular debe continuar
perfeccionándose para protegerse del mundo que lo rodea; allí
donde sufra la agresión, por ejemplo, de los rayos solares,
producirá un espesamiento de las membranas para evitar morir
quemado.
En el vientre materno, mientras tanto, el embrión continúa
perfeccionándose; aparece el mesodermo cerebral del que derivarán
todas las membranas de protección: dermis, pleura, peritoneo,
pericardio: cuyas órdenes se encontrarán en el cerebelo ahora en
formación; en el epitelio glandular se añadirá ahora el tejido
conectivo.
¿Qué rasgos psíquicos de la segunda etapa evolutiva quedarán
registrados en el cerebelo del hombre moderno? En general, todos
los conflictos relativos al temor de vernos agredidos, de sufrir
una agresión contra nuestra integridad física a la altura del
tórax, (mesotelioma pléurico), de la cavidad abdominal,
(mesotelioma peritoneal), del corazón (mesotelioma del
pericardio, que en fase de reparación se resolverá en una
pericarditis aguda). Forman parte también de este estadio todos
los conflictos relativos a sentirse de algún modo afectado en su
propia integridad moral, «mancillado», «manchado»: ataques que
son sufridos en la piel externa y que darán lugar a melanomas. La
piel es la primera parte de nuestro cuerpo que entra en contacto
con los demás individuos; en ella toman forma todos los
conflictos de separación, como bien se ve por las primeras
inflamaciones cutáneas del recién nacido apenas separado del
pecho materno.
Tercera etapa de la evolución
Para nuestro pequeño organismo es ya el momento de moverse,
explorar el ambiente circundante, desplazarse en las cuatro
direcciones del mundo terrestre. Deberá, por consiguiente,
desarrollar un esqueleto, músculos, tendones, todo cuanto haga
posible su movimiento.
Pero si el mundo hacia el cual tiende (la tierra) no es mejor
que aquel del cual proviene (el agua), decidirá volver atrás y
deberá, por tanto, perder los órganos que había desarrollado
expresamente: deberá hacer una lisis (reducción celular,
necrosis), perder la sustancia, en fin, eliminar esas estructuras
que carecen de utilidad en su ambiente de origen: la criatura
acuática ha desarrollado las patas para llegar a la tierra, pero
ha tenido que reducirlas a aletas para volver al mar…
En el vientre materno comienza a aparecer el mesodermo, de la
médula cerebral y sus células se infiltran entre las del
endodermo y del ectodermo. Éstas formarán las estructuras que nos
permitirán mantener cohesionado el organismo, haciéndolo
resistente a las exigencias del exterior; una especie de puente
entre organismos estrechamente necesarios para el mantenimiento
de la vida y los órganos de «apertura», en el sentido más amplio
del término, hacia el mundo exterior. Es el momento en que
aparece el sistema óseo y muscular para sostenernos y permitirnos
el movimiento más eficaz posible.
También el cerebro del pequeño embrión continúa desarrollándose
y, tras el tronco encefálico y el cerebelo, le toca el turno a la
médula cerebral.
Por lo que se refiere al hombre, a esta tercera fase corresponde
el desarrollo del sentimiento de su propia valía, precisamente
porque se ve enfrentado al mundo interior; se trata de un
problema de valoración personal, individual, hasta el punto de
que si los valores de referencia se ven demasiado comprometidos,
el individuo se sentirá obligado como a caminar pegado a la
pared, se sentirá disminuido, no a la altura. Se trata de los
conflictos de «autodesvalorización», de disminución del propio
valor intrínseco con todos los matices correspondientes a las
situaciones vividas por la persona: «me han despedido porque ya
no soy eficaz en mi trabajo»; «mi marido convive con otra mujer
porque ya no soy capaz de satisfacerle sexualmente»; «estoy en la
menopausia, ya no soy capaz de procrear»; «me ponen en una
residencia, ya no cuento nada para mis hijos; etcétera. Un caso
típico es el de la osteoporosis.
Cuarta y última etapa de la evolución
Es el concretarse ulterior de todas las etapas anteriores, el
paso desde el «me desplazo por la superficie terrestre y hago
frente al nuevo ambiente» al «entro en comunicación con otros
individuos».
Se refinan los órganos sensoriales para entrar en relación de
modo social, con los demás, con todas las sutilezas psicológicas
propias del caso.
En el embrión se perfeccionan los órganos sensoriales y los
«conductos de unión», entre los diferentes órganos: retina,
epidermis, laringe, esófago, mucosas de la nariz y de la boca,
arterias coronarias, conductos biliares, etc. (todos derivados
del ectodermo y constituidos por el epitelio de revestimiento);
aparte del sistema nervioso y de los nervios motores.
El cerebro ha llegado ya al último estadio de su desarrollo:
aparece la corteza cerebral, la parte más reciente en la historia
del perfeccionamiento de la especie humana.
En el plano psíquico asistimos a una proyección de uno mismo en
un contexto cada vez más amplio, complejo y cambiante. Se vuelve
cada vez más difícil ignorar todo cuanto sucede en torno a
nosotros y no tener en cuenta las cambiantes situaciones de la
vida de nuestro alrededor.
Si tengo miedo a morir (la famosa «bocanada de aire que me falta»
de la que hemos hablado en la primera etapa), la solución
biológica del cerebro puesta en práctica por el tronco encefálico
será un aumento de los alvéolos pulmonares para tomar más aire y
sobrevivir, una proliferación celular, un cáncer en los pulmones.
En cambio, si me «quitan la respiración», «me falta el aliento»,
o sea el conflicto depende de una relación mía con un complejo
mundo exterior, la solución biológica del cerebro será la de
ulcerar los bronquios a fin de que pueda pasar más aire
(referencia a la cuarta etapa de la evolución con la intervención
de la corteza cerebral que ordenará una lisis, en forma de
úlceras).
Si el conflicto está ligado a tener que ir al mismo tiempo en dos
direcciones distintas y no somos capaces de decidir si escapar de
una situación o seguir en ella, la solución biológica del cerebro
para eliminar el conflicto será paralizar las piernas, ordenar un
bloqueo funcional. El cerebro optará siempre por la solución más
inmediata y eficaz para resolver biológicamente una situación de
estrés de la que el individuo no sabe cómo salir.
En síntesis, al producirse un acontecimiento conflictivo
inesperado, sin solución aparente, vivido en soledad, la
patología se expresa simultáneamente a nivel mental, cerebral y
orgánico: es la primera fase, denominada de simpaticotonía, que
se manifiesta así:
– a nivel mental hay un estado de estrés permanente;
– a nivel cerebral se produce el cortocircuito del área
determinada por el tipo de emoción sufrida;
– a nivel orgánico se produce la proliferación celular (tumor)
para los órganos regidos por el tronco encefálico y el cerebelo,
o bien la lisis (pérdida de sustancia) o también el bloqueo
funcional (parálisis) de los órganos regidos por la médula
cerebral y por la corteza cerebral.
La eliminación del conflicto es la clave que permite pasar a la
segunda fase llamada vagotonía, la reparación propiamente dicha,
que se manifiesta así:
– a nivel mental se encuentra la quietud;
– a nivel cerebral, los circuitos eléctricos se regeneran;
– a nivel físico se produce la caseificación (proceso de
adaptación de las bacterias) o el enquistamiento del tumor para
los órganos regidos por el tronco encefálico y por el cerebelo,
la reconstrucción de las lisis o el bloqueo funcional para los
órganos regidos por la médula cerebral y por la corteza cerebral.
Como veremos en la cuarta ley, los microbios son los artífices
necesarios de la recuperación de la salud. iiiSon nuestros
aliados más valiosos y son activos, virulentos, siempre y
únicamente en fase de reparación!!!
Tabla de relaciones generales
Tipo de tejido
Origen embriologico
Area cerebral relacionada
Aspecto psicologico relacionado
Tejidos
Manifestacion en fase de conflicto activo
Manifestacion en fase de resolucion
CF1
Endodermo
Tronco cerebral
Supervivencia. Comida, miedo a la muerte, miedo visceral. Capturar, tragar, digerir, eliminar (comida, aire, etc)
Dermis, pericardio, alveolos pulmonares, pleura (pulmon), paladar, faringe, amigdalas, tercio inferior del exofago, parte inferior del estomago,intestino, colon, parenquima del higado, peritoneo, tubos colectores del riñon, submucosa de la vejiga, mucosa del cuello uterino, tejido germinal (ovarios y testiculos), tubos uterinos, prostata, hipofisis, «acini» (tiroides,pechos), glandulas lacrimales, oido medio
Proliferacion de tejido
Detencion de crecimiento, enquistamiento, reduccion bacteriana
CF2a
Mesodermo
Cerebelo
Ataque a la integridad integridad fisica y moral, deshonra, conflictos sexuales interiorizados, conflictos familiares y de nido (hogar, casa).
CF2b
Mesodermo
Medula cerebral
Desvalorizacion, perdida de dinamismo, algunos aspectos de la sexualidad
Epidermis, huesos, medula osea, musculos, tendones, ligamentos, endocardio (corazon), coronarias, vasos cardiacos (venas, arterias, lingaticos), pulmones, bronquios, boca, capa superficial de la boca, parte superior del esofago, parte superior del estomago, recto, vesicula y vasos biliares, parenquima del riñon, ureter, mucosa de la vejiga, cervix uterino, musculo del utero, vagina, tejido intersticial (ovario, testiculos), canales intraglandulares (tiroides, pechos), glandulas suprarrenales, ojo en general, oido interno, filamentos, olfativos
Reducción de tejido y funcionalidad, ulceración
Hinchazón, crecimiento abundante, cicatrización
CF3
Ectodermo
Cortex, hemisferios cerebrales
El individuo y sus limitaciones comparado con otros. Conflicto territorial, de demarcacion, de rivalidad territorial, desamparo moral, terror, miedo, disgusto, pánico, resistencia, fetidez